“Involucrar a los niños es hacerlos cómplices de las provocaciones de la Flotilla”.

“Considero extremadamente grave involucrar a niños y hacerlos cómplices de las provocaciones llevadas a cabo por la Flotilla Global Sumud, que en sus acciones no hizo nada más que actuar como portavoz de fines humanitarios y de búsqueda de la paz (de lo contrario, habría aceptado la solicitud del presidente Mattarella y el Patriarcado de Jerusalén de entregar ayuda humanitaria a la población palestina a través de canales oficiales y seguros).

Así lo comentó la consejera regional de Educación, Alessia Rosolen, en la manifestación que tuvo lugar en la Plaza 1° Maggio de Udine y en la que participaron también algunos niños.

Es un límite infranqueable. Un acto irresponsable, un intento preocupante de adoctrinar mentes ingenuas e inocentes con el objetivo, nada sutil, de incitar sentimientos antiisraelíes y antijudíos.

“Una acción que nos recuerda los peores intentos de adoctrinamiento infantil llevados a cabo por los peores regímenes del pasado y que refleja la explotación y manipulación de los jóvenes palestinos educados por Hamás para odiar a los judíos”.

La educación es la práctica de la libertad, el conocimiento y la conciencia crítica. La imposición de una única forma de pensar no puede ni debe prevalecer. La indignación por los niños asesinados en Gaza no puede justificar —concluye Rosolen— la presencia de niños en manifestaciones antisemitas, cuya narrativa tóxica disfraza el odio de libertad de expresión. La paz es un valor, no una bandera. El futuro que les anunciamos a los niños no puede ser uno que glorifique las ahora ridículas hazañas de la flotilla de barquitos de papel.